Las actividades extraescolares o complementarias aparecen como un componente relevante de las organizaciones escolares, especialmente para alumnos y alumnas del rango de edad de 4 a 14 años, grupo donde se concentra la práctica totalidad de usuarios potenciales de estas actividades. Dos claros fundamentos y funcionalidades han sido los pilares que sustentan estas actividades desde su aparición hasta el momento: 1. El desarrollo de contenidos educativos y deportivos que complementen y amplíen los programas Educativos Oficiales. 2. La versatilidad que realizan como ajuste y conciliación con las necesidades de custodia por las diferencias entre calendarios y horarios laborales genéricos respecto a los lectivos. Se constituyen, así, en mecanismos privilegiados de las relaciones entre los centros y su entorno social. Pudiendo llegar a ser valiosas herramientas de transmisión de valores tradicionales y culturales que favorezcan la integración, la cohesión grupal y la vinculación familiar. |
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Como consecuencia, las actividades extraescolares son una herramienta que, con frecuencia, refuerza los ejes transversales de la educación, proporcionando un gran apoyo al docente, favoreciendo la creatividad, el desarrollo de destrezas especificas y contribuyendo, con esta labor, al desarrollo curricular, aportando efectos altamente positivos en los resultados académicos de los centros escolares. Así podemos diferenciar estas actividades como: · Actividades extraescolares: todas aquellas prácticas de enseñanza y aprendizaje, de carácter singular (talleres, clases, salidas, juegos, deportes, representaciones) que se llevan a cabo utilizando procedimientos y estrategias diferentes a los utilizados en las formación cotidiana (dinámica grupal, evaluación cualitativa) utilizando espacios, externos o del propio centro, asignados para tal fin. |
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· Actividades complementarias y culturales: actuaciones curriculares organizadas o realizadas por los profesores del centro, con la ayuda de empresas y organismos, que tienen lugar de manera ocasional, con carácter general (no obligatorio, pero recomendable), con la pretensión de mejorar y ampliar los aprendizajes programáticos mediante métodos activos con técnicas y recursos diferentes. |
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• PROYECTO PEDAGÓGICO
Con frecuencia, las actividades extraescolares y complementarias realizadas por algunas entidades no cuentan con un planteamiento global ni presentan un sustento adecuado sobre fines y objetivos; responden a intervenciones con escasa programación o consistencia. En ese escenario intentamos actuar, aportando nuestro Proyecto Pedagógico y encaminando nuestros métodos a una educación bien planificada, con objetivos a corto y largo plazo; que aporte a nuestros alumnos valores, capacidades y actitudes que trasciendan los contenidos educativos y las materias evaluables. Para dar mayor consistencia a nuestro proyecto vamos a explicar, con brevedad, los referentes teóricos y pedagógicos sobre los que basamos nuestras líneas de actuación.
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· Fundamentos Teóricos:
El conocimiento de las características y procesos evolutivos de los alumnos supone para nosotros una valiosa herramienta para comprender qué pueden hacer, cómo lo pueden llegar a hacer y en qué momento estarán mejor dotados para aprender las diferentes destrezas y asimilar los contenidos de nuestras actividades. Para ello, destacaremos algunas aportaciones de psicología evolutiva y procesos de maduración y aprendizaje infantil que son nuestros referentes: a) Características intelectuales y psicológicas en las etapas infantiles. b) Dimensiones del desarrollo motor y capacidades psicomotrices de los niños.
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Esta teoría, y su distribución por periodos, es la actual base de la organización educativa por edades y la organización de los contenidos curriculares. Por lo cual, será una de nuestras referencias en la propuesta y ejecución de actividades.
Poniendo especial énfasis en las dos etapas centrales: pre-operacional y de operaciones concretas (que ocupan el rango entre los 3 y 12 años) donde centraremos nuestro proyecto educativo. |
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b) Desarrollo y capacidades psicomotrices: Cuando hablamos del desarrollo motor humano nos referimos al proceso por el cual una persona adquiere las capacidades necesarias para poner en práctica su motricidad. Éste se prolonga a lo largo de toda la vida, comenzando por un incremento progresivo de las capacidades en los primeros años (infancia y adolescencia), un relativo mantenimiento de esas capacidades a lo largo de la juventud y madurez, y su involución camino de la vejez. Estos procesos, comunes para todos, pueden ocurrir de forma más lenta o acelerada dependiendo de factores tan importantes como el hábito de la práctica deportiva desde la infancia. Con frecuencia se comete el error de creer que la motricidad es únicamente movimiento del cuerpo, pero para que este movimiento sea efectivo han de intervenir en él, no sólo el componente biológico, sino también la inteligencia, la afectividad y las emociones. |
De esta forma, cuando nos referimos al movimiento, a la motricidad o al desarrollo motor, debemos tener presentes cuatro áreas o dimensiones del desarrollo:
Todas estas dimensiones y sus interrelaciones serán otra de nuestras referencias en la propuesta y ejecución de actividades. Sobre todo en las de carácter físico, deportivo o de participación activa; donde intentamos atender los cuatro áreas del desarrollo psicomotriz incidiendo especialmente en: motivación, equilibrio personal, participación, solidaridad, autonomía y superación.
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